Si por algo destaca Megan Rapinoe, además de por su fútbol, es porque nunca se muerde la lengua. Cuando se le preguntó si irían a ver al presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, tras el Mundial, la capitana resopló y soltó un elocuente: “No voy a ir a la puta Casa Blanca”. Rapinoe, verdugo de España con dos goles de penalti, es consciente de que sería un personaje incómodo para la Administración Trump: cuesta pensar figuras más antagónicas que la contestataria futbolista y el polémico mandatario.
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