España se coronó campeona de Europa sub-21 por quinta vez con una generación inolvidable. Lo hizo en una final grandiosa, una batalla disputada centímetro a centímetro por dos equipos inflamados. Alemania se revolvió contra el primer golpe con la garra que siempre caracterizó a sus futbolistas. El empuje hizo perder a los españoles el hilo del partido. A excepción de Marc Roca, que dio una lección defensiva, ninguno de las figuras de La Rojita consiguió imponer el ritmo devastador que aplastó a Francia y Polonia. Esta vez, la victoria fue consecuencia de un sufriente ejercicio administrativo, rematado al contragolpe por el inesperado Dani Olmo.
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