Un Mundial de fútbol tiene mucho que ver con la ilusión. No solo con la de que tu selección favorita se alce con el título, sino también con la de una vuelta momentánea a la infancia. A aquellos días en que todo en torno a la gran cita del balompié era un descubrimiento. En los que se descubrían países. En los que un jugador desconocido pasaba a ser un ídolo. En los que el diseño de una camiseta se marcaba para siempre en la memoria. Los Mundiales de fútbol de la niñez huelen a verano, a tiempo libre. Con el paso de los años, se descubre que también ejercen de nexo entre una temporada y otra. Pero eso es ya una cuestión de la madurez.
source Portada de Deportes | EL PAÍS https://ift.tt/2IZCHEk
Aucun commentaire:
Enregistrer un commentaire