Cuando Venus Williams había elevado ya sus dos primeros trofeos en Wimbledon, en 2000 y 2001, ella todavía no había nacido. Entonces, marzo de 2004, la primera ya había conquistado otros dos Grand Slams y seguramente no podía imaginar que seguiría compitiendo al borde de la cuarentena, ni mucho menos que a los 39 años, después de 25 en la élite del tenis, tendría enfrente en la pista a una niña que con 15 años y 122 días, 24 primaveras menos, ya ha hecho historia cuando apenas ha dado un par de pasos en el profesionalismo.
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