Sábado 19 de julio de 1919. Una nota de color se desliza en medio de los jerséis grises del pelotón que ataca los 325 kilómetros de la 11ª etapa del Tour de Francia, de Grenoble a Ginebra por el Galibier. Es el maillot amarillo. Se llama maillot porque Maillot se apellidaba el fabricante de bonetes parisino que inventó la camiseta en el siglo XVIII. Es amarillo porque amarillo es el papel en el que se imprime L’Auto, el periódico deportivo que inventó el Tour y lo organiza todos los veranos —la edición número 106 de la gran carrera comienza este sábado en Bruselas—. También es amarillo, dice Henri Desgrange, el patrón del diario y de la carrera, porque el amarillo es el color de la esperanza, del sol que ilumina pocos meses después de la gran guerra las ciudades destruidas y las carreteras infames que recorre el pelotón ya no tan gris.
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