Los jugadores andaluces tienen fama de virgueros porque la virguería presupone frivolidad. Pero es difícil encontrar gente más adusta, más devota y rigurosa del ritual fútbol, más implicada hasta la médula, que ciertos jugadores andaluces. Navas, Ramos o Hierro, pertenecen a esa estirpe. Su último representante es Fabián Ruiz Peña (Los Palacios, 1996), la revelación de la selección absoluta que se ha hecho fuerte en el Nápoles y que ahora gobierna el cuadrante derecho del mediocampo de la sub-21 con ademán majestuoso.
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