Su aire místico mezcla a partes iguales abnegación, sensibilidad, timidez y audacia. Líder silenciosa de la España polimedallista y emigrante desde 2013, Anna Cruz (Barcelona, 32 años) es un haiku infinito. Es licenciada en Comunicación Audiovisual, tiene un máster en periodismo deportivo, está en el segundo nivel del curso de entrenadores, ha iniciado estudios de dirección comercial y marketing y, desde hace cuatro años, dirige un campus de verano para jóvenes junto a su compañera de selección Silvia Domínguez. “En Rusia hay muchas horas muertas y, para no volverme loca mirando a la pared, no dejo de estudiar”, confiesa. En una década de rojo suma 152 internacionalidades, siete medallas y las dos canastas más providenciales de este ciclo —en los cuartos de 2015 y 2016 ante Montenegro y Turquía— para seguir agarradas al podio.
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