Tiger Woods recibió esta semana el Premio Laureus al mejor regreso de un deportista en 2018. Seguramente el golfista estadounidense no esperaba que a los 43 años sería premiado por una vuelta a la élite después de un calvario de lesiones de espalda y rodilla y un sinfín de problemas personales, sino que después de ganar en 2008 el US Open, su 14º grande, a estas alturas ya estaría celebrando haber superado los 18 de Jack Nicklaus. Pero el cuerpo dijo basta y Tiger entró en una espiral de la que ha salido cuando ni él mismo pensó que volvería a jugar al más alto nivel. En 2018 ganó el Tour Championship, su primer título en cinco años, y este 2019 ha subrayado en rojo la que será la prueba definitiva de su verdadero retorno: los grandes. ¿Puede Tiger volver a vencer en un major? La pregunta lleva rondando el mundo del golf desde hace mucho. Y el mismo Tiger no esconde ya que esa es su meta. Sobre todo una, su obsesión, el Masters de Augusta.
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