Disuelta la BBC con la venta de Cristiano en la canícula, en otoño se instauró la BBA —Bale, Benzema y Asensio—. Al filo del invierno Asensio declaró que él no estaba para “tirar del carro” de un club en crisis y después de la Epifanía la práctica desaforada del golf paralizó los sóleos de Bale. Transcurrido el carnaval, el hormigón del Bernabéu se entibió al sol del calentamiento global, la temperatura subió por encima de los 20 grados, y antes de marzo floreció el cerezo en Chamartín. Llegado el día más decisivo de la temporada, con el palco de los nervios y los socios desasosegados, al Madrid no le quedó más alternativa que agarrarse a Vinicius Júnior.
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