Cada semana se incrementa el ruido que produce el VAR, sometido al estrépito en la última jornada. Nada, ni la prodigiosa actuación de Leo Messi en Sevilla, puede compararse a la polvareda que ha dejado el Levante-Real Madrid, coronado por un penalti que se aproxima más al escándalo que a la controversia. No es difícil saber la diferencia de matiz. Los defensores del criterio arbitral en este episodio lo calificarían de escandaloso si la decisión se hubiera tomado en el área del Real Madrid. Y con razón.
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