No se recordaba una ovación a Florentino Pérez en el Bernabéu como la que le brindó el público del estadio del Levante en la noche fallera del domingo. Sucedió en el minuto 43, en el instante mágico que sucedió al gol de Benzema, de penalti señalado vía VAR. La afición del fondo sur y la grada preferente que rodeaba al palco de autoridades, perdedores virtuales según indicaba el marcador (0-1), canalizaron la rabia por el conducto del humor para aplaudir con fuerza, no al autor material del gol, sino a su patrón. El aplauso que se llevó el presidente del Madrid, responsable de un club que ha hecho de la queja contra el sistema arbitral una rutina, resultó lo más llamativo de la primera parte de un partido sin más alardes futbolísticos que los pases de Rubén Rochina.
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