Arrancó Acapulco con sobresalto, en un estado de alerta inesperado porque en la antesala del estreno, Rafael Nadal dijo abiertamente que llega “justito”, con un solo entrenamiento previo y dolorido de la mano izquierda por un mal gesto durante un ensayo en la semana anterior, mientras peloteaba en Cozumel con vistas a esta gira americana sobre cemento. Volvió el mallorquín a hablar de las lesiones, el mal endémico, y se recordó el episodio del año pasado, cuando renunció a las puertas del evento por un pinchazo que 34 días antes le había apartado de Australia y le borraría luego de Indian Wells y Miami. Prudencia máxima ahora, por tanto, aunque al final pudo saltar a la pista este miércoles y apear a Mischa Zverev: doble 6-3, en 1h 20m.
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