La subida al Alto de Las Palmas es una autopista que se eleva hasta los 2.435 metros, y sobre ella vuela Nairo Quintana, solo, aclamado en apoteosis. Cruza la línea de meta. Levanta los brazos. Y Carlos Vives canta su himno al ciclismo. Y en los corazones de un público apasionado y loco suena el verso, “el halcón montañero que sube ligero”, y Nairo deja por unos segundos de ser el León de Tunja para personificar él solo todo el inmenso orgullo nacional en su cuerpecito de campesino de Boyacá que no para de recorrer Colombia en bicicleta buscando siempre sus raíces, mezclarse con la vida.
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