A Estiarte, a Pedro García, al malogrado Rollán, a Ballart que se ‘desmelenó’ comentando el partido para Televisión Española, a Txiki Sans que se consumió en la grada, a Miki Oca, preocupado y ocupado por el partido por el bronce que debe afrontar con su selección femenina, a todos los que lloraron a moco tendido aquel 9 de agosto de 1992 tras perder la final olímpica contra Italia después de tres prórrogas, les hubiera cambiado el ánimo, el rostro, la vida entera con lo que sucedió 26 años después en la misma piscina y ante el mismo rival. Esta vez España ganó a Italia (8-7), en un final polémico, que si el último tiro de los italianos entró o no. Pero los árbitros consideraron que balón tras el trallazo de Pietro Figlioli, tras rebotar en el palo no acabó de entrar.
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