Después de retirarse, Laurent Fignon pasaba algún verano en Espelette y, si aún viviera, seguramente no apreciaría la triste ironía de que la última contrarreloj del Tour, la que puede cambiar el destino de una persona en solo minutos, y a él se lo cambió impepinablemente, se celebre allí, en el rincón del País Vasco donde comía piperada y axoa de ternera y luego queso de Ossau donde Doxpi, el restaurante que Peio Dospital, pilier de rugby enorme y abeslaria (cantante), montó junto al trinquete.
source Portada de Deportes | EL PAÍS https://ift.tt/2NLSKVN
Aucun commentaire:
Enregistrer un commentaire