De entrada, pareció que el torneo no les despertaba ningún interés y que por eso se permitían el lujo de no llamar a sus mejores jugadores. Después, que si el seleccionador realizaba tantos cambios de un partido a otro -11 de golpe- era porque el resultado le daba igual y solo quería probar distintos esquemas. Y al final, toda esa aparente osadía con ligero aroma a chulería que tan poco representa al carácter germano, ha llevado a Alemania hasta la final de la Copa Confederaciones. En ella se enfrentará con Chile (20.00, GolT), una selección que ha completado el torneo desde el extremo contrario: ni pruebas, ni meritorios.
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