El Celta estará en octavos de final de la Europa League, será el único equipo español entre los 16 mejores de la competición porque remontó el marcador adverso que cosechó en Balaídos ante el potentísimo Shakhtar. Le llevó contra las cuerdas, supo sufrir y levantarse para igualar la eliminatoria sobre la bocina y llevarla a una prórroga en la que sentenció con un testarazo de Cabral, el premio a un titánico esfuerzo en una noche para el recuerdo, por el marcador, por fútbol, por esfuerzo y actitud, por orgullo. Hay una definición del carácter del Celta en su himno, una palabra en gallego, “afouteza”, de la que ha hecho bandera el club y su gente. Su significado tiene que ver con una disposición de espíritu que lleva a acometer algo sin temor a los peligros o dificultades, también con la seguridad en si mismo, con la firmeza de carácter. Todo eso fue el Celta en Járkov, a todo eso fue fiel para lograr una clasificación sufrida y al tiempo merecida. Hay incluso mucho de justicia en que los focos le alumbren como único superviviente del fútbol español en el torneo.
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