La obsesión depredadora de Messi con la diana rojiblanca —nos ha marcado 27 goles— exige el placebo de ordenar los recuerdos de esta jornada de radiación blaugrana a la que estábamos expuestos los aficionados del Estudiantes y del Atleti. Era posible compaginar los horarios del baloncesto (12,30) y del fútbol (16,15). Y resultaba terapéutico viajar en metro del palacio de los deportes al Calderón, pues la victoria de los colegiales en la prórroga ante el Barcelona —83-81— predisponía un estado euforia en los vagones. Y funcionaba como una fuerza premonitoria. Telúrica, literalmente.
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