Los brazos de Rubi empujaron al Sporting. Durante diferentes instantes del partido las palmas de las manos de su técnico enfocaron la portería del Celta para señalar el camino a sus hombres. El aliento de la gente fue una galerna en El Molinón. Mientras otros equipos se sorprenden de verse en la pelea por permanecer en la categoría y lo afrontan como un duelo, en Gijón aprietan los dientes, se remangan y se aplican en el tajo. Con el Sporting no hay dudas: van a luchar hasta el final con el sostén de un público que abarrota su estadio. Hace un mes, apenas efectuado el relevo en el banquillo, estaba a cinco puntos de los puestos de salvación. Ahora está a dos y recibe el próximo domingo al Deportivo, que le precede en la tabla.
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