mardi 28 février 2017

Un derbi ‘in extremis’

Si no fuera por los espectadores, no esa niña que bajo el chaparrón, mientras esperaba la foto con los futbolistas, extendía sus manos para ver rebotar el agua que caía a cántaros, se diría que la lluvia bendecía la personalidad de un derbi guipuzcoano al que no podía faltar para darle ese aire épico y festivo a la vez que las circunstancias reclaman. Si no fuera porque el agua cuando cae bajo un tapiz como el de Anoeta pone zancadillas a los futbolistas cuando giran el cuerpo, el tobillo, y resbalan como un patinador sobre hielo. Eso le ocurrió a Ramis, todo un veterano que ha jugado en desiertos, carreteras y estanques, ante un centro de Odriozola que dejó solo a Juanmi para que cabecease con tanta comodidad como tino.

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