Los finales tristes también pueden ser finales perfectos. Tal vez por eso en nada cambie el despido de Claudio Ranieri la bellísima historia que el entrenador y el Leicester protagonizaron el año pasado. Es desolador, cruel, odioso, pero ¿y qué? Conquistar la Premier fue tan heroico que, en el fondo, el equipo va a estar ganando aquel título durante décadas. Será siempre un hecho del presente, con el que se podrían seguir abriendo los periódicos eternamente, y descorchando botellas los aficionados. Hay un tipo de relato que el tiempo no desgasta. Se vuelve un clásico.
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