Estaba especialmente lacónico Luis Enrique. Respuestas cortas, nada profundas; parecía que quería dejar lo más rápido posible la sala de prensa de la Ciudad Deportiva Joan Gamper. Cuando le consultaron cómo había vivido estás últimas semanas, una de las más duras desde que se sentó en el banquillo del Camp Nou, el entrenador del Barcelona se limitó a contestar. “Es un proceso lógico y normal dentro de una temporada en la que pretendemos mejorar nuestro rendimiento y en la que nos está costando”. Tampoco se mostró muy reflexivo a la hora de analizar a su próximo rival, el Atlético de Madrid. “ Será un partido diferente de lo que pasó en la Copa, un choque con especial importancia para los dos equipos”, explicó.
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