Sin épica no hay paraíso. No al menos para Rafael Nadal, el deportista que disfruta donde otros acostumbran a sufrir, el hombre cuya carrera y éxitos se resumen en una de sus frases: “El éxito no es la victoria, sino todo lo que has luchado por ganar”. No hay mejor combustible para él que los imposibles y la adversidad, los instantes de máxima tensión. Sorteó los que le propuso hace tres días el insurgente Alexander Zverev y también los de ayer, en una escala muy inferior, ante Gael Monfils. Todo iba rodado contra el francés, pero cuando se vio vencido este reaccionó y generó un pequeño brete. Es decir, alimento para Nadal, que lo resolvió (6-3, 6-3, 4-6 y 6-4, tras 2h 55m) y certificó su acceso a los cuartos del Open de Australia.
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