De sopetón, en un abrir y cerrar de ojos, cuando todo había ido sobre ruedas en las rondas previas y en su mirada se advertían señales muy esperanzadoras, Garbiñe Muguruza se vio apeada del Open de Australia. La causa del adiós fue una norteamericana que jugó como los ángeles. 6-4 y 6-0 (en 1h 23m) para Coco Vandeweghe, semifinalista ya del torneo australiano. Una jugadora que infligió un castigo severo a Muguruza, quien se encontró con un escenario relativamente nuevo para ella. Se quedó desarmada y, por una vez, la historia no dependió de ella, de sus aciertos o sus errores, no. En esta ocasión quedó a merced de la ventisca que enterró sus esperanzas en los cuartos.
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