dimanche 1 janvier 2017

La gran fiesta de España y Portugal

Al fútbol español solo le falló su selección masculina en un curso colmado por los éxitos de sus clubes y su Liga, y el deseado despegue de su vertiente femenina. En la segunda tierra del eterno y totémico Johan Cruyff, en el año póstumo del genio que en esta patria cambió la degustación de la pelota, de nuevo hubo un monocultivo nacional en las grandes finales internacionales. Cantaron bingo el primer Real Madrid del novicio Zidane y el último Sevilla del científico Emery, con el Atlético del espartaco Simeone otra vez a un dedo de la gloria. Al Barça del fecundo Luis Enrique le correspondió la gran cosecha doméstica. Mientras, Cristiano y Messi, de suerte tan dispar con sus selecciones, prolongaron su interminable duelo en las pasarelas del fútbol más hollywoodiense. Pero aparecieron infiltrados de primera categoría como Griezmann, capital en la nueva crecida colchonera y el subcampeonato europeo de Francia; Bale, escolta de lujo de CR y flautista del inesperado flechazo de Gales con el balón redondo; Sergio Ramos, goleador que no da la hora; y Luis Suárez, autor de 40 goles ligueros que hasta Messi fue capaz de celebrar como si fuera su gemelo.

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