En Alhama de Murcia llueve el sábado como no ha llovido en meses y las calles están encharcadas y los coches escupen cortinas de agua cuando pasan, y la fábrica de la industria cárnica El Pozo, de la que viven la mayoría de sus habitantes, se difumina a la salida de la autovía como la memoria de las cosas terribles bajo la luz confusa de una mañana otoñal.
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