Las crónicas de los peores momentos de la Guerra Fría narraron las hazañas deportivas como acontecimientos trascendentales en el enfrentamiento entre comunismo y capitalismo. El triunfo de la selección soviética de baloncesto en los Juegos de Múnich 1972, o que Bobby Fischer ganara para Estados Unidos el título de Campeón del Mundo de Ajedrez, fueron usados como propaganda por los dos bandos para ensalzar las virtudes de un sistema respecto al del enemigo. “En realidad no era deporte, era política”, expone el periodista ruso Vladimir Pozner en el documental Red Army, que narra el Milagro sobre el hielo, la victoria en los Juegos de 1980 del conjunto estadounidense de hockey sobre hielo, formado por universitarios no profesionales, frente al soviético (uno de los mejores de la historia). “Ha sido una gran victoria y demuestra que nuestra forma de vida es la manera adecuada”, respondió Herbert Brooks, entrenador de Estados Unidos, a la felicitación telefónica del presidente Jimmy Carter.
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