Durante muchos años del pasado siglo, los grandes organizadores prohibían participar a equipos de marcas comerciales ajenas al ciclismo. Los corredores se organizaban para el Tour en equipos nacionales o en conjuntos que lucían en el maillot como toda publicidad una marca de bicicletas o de neumáticos. Los dueños del Giro o del Tour temían que si abrían la mano los sponsors que patrocinaban la carrera los abandonaran para pasarse a los equipos. Tal miedo, que resultó infundado, sería absurdo en los años que corren, en los que las grandes empresas que llegan al deporte buscan una presencia absoluta en todos los frentes. Telefónica, que patrocinó la Vuelta entre 1999 y 2002, los tiempos del maillot oro, que reemplazó al amarillo y sería sustituido por el rojo en 2010, regresa a la Vuelta como uno de sus seis patrocinadores principales después de llegar a una acuerdo por los tres próximos años para que su marca Movistar se haga cargo del premio a la combatividad.
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