Shane Larkin y Rodrigue Beaubois son dos tipos serios. Literalmente. Cuesta arrancarles un gesto, ni siquiera una mueca de alegría o decepción tres una jugada, hieráticos y con cara de buena gente. Por eso sorprendió tanto verles a ambos, riendo, chocando sus hombros como dos colegiales contentos después de que el francés anotara dos bandejas seguidas cuando el Buesa Arena contenía el aliento porque el Galatasaray se acercaba a tres puntos y quedaba poco, poquísimo y peligraba la victoria de un Baskonia que era un tira y afloja permanente y un equipo turco que se pasó todo el encuentro haciendo la goma. Quien lo iba a decir después de un primer cuarto primoroso, un desfile del Baskonia, comandado por el alemán Voigtmann que en solo 11 minutos anotó 13 puntos y capturó cinco rebotes. Parecía un duelo particular entre dos jugadores alemanes: el baskonista Voigtmann y el exbaskonista Tibor Pleiss con sus majestuosos 218 centímetros. Bargnani lo veía desde una bicicleta estática en la que estuvo sentado dando pedales durante toda la primera mitad. El 22-9 con el que concluyó el primer cuarto anunciaba una cómoda victoria ante un rival que solo ha sabido ganar en su cancha (tres veces) y se diluye cuando sale de Estambul.
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