En la ciudad deportiva de Mareo se siseaban desde el jueves dos coletillas sin cesar para explicar las probabilidades del Sporting ante el Barça. Lo decían los ancianos que acuden cada mañana a la cafetería a jugar a las cartas, lo decían desde el área deportiva, desde la recepción y hasta los padres que acompañaban a los niños al entrenamiento. Una la entonó el técnico Abelardo, ya con los micros delante: “Tenemos que tener un día perfecto y ellos nefasto”. La otra, la verbalizó Manuel Sánchez, exjugador y extécnico de la casa, ahora director de la cantera: “La diferencia económica entre los dos equipos es abismal y en el campo se traduce en dosis de calidad”. Y un poco de todo eso ocurrió en El Molinón, donde el Barça acusó de nuevo el baile de piezas en el once inicial para perder en parte su autoridad futbolística y resolver con destellos de genialidad.
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