Ni los 16 millones invertidos en fichajes el pasado verano, ni el incremento del 90% en el presupuesto de la plantilla y ni siquiera la presencia de un entrenador con el currículo de Quique Sánchez Flores, pueden borrar del diccionario del Espanyol la palabra “frustración”. De la mano de Chen Yansheng, el club de Cornellà se quería olvidar de los tiempos de angustia, aquellos en los que siempre estaba con un ojo en la zona del descenso. Pero resulta que después de seis jornadas el Espanyol se hundió en la zona baja de la tabla y Sánchez Flores no puede entender qué pasa por la cabeza de sus muchachos.
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