Mide cinco centímetros menos que su ídolo, el baloncestista LeBron James, pero Alexander Zverev (Hamburgo, 19 años) es fácilmente identificable en la trastienda del circuito. Tallo largo, larguísimo (1,98m), con piernas y brazos interminables, cabellera rubia y rostro aniñado. Un adolescente larguirucho y noreuropeo, con pinta de granuja, que bien podría estar haciendo fechorías en las noches veraniegas de Magaluf junto a otros chicos de su quinta, pero que en lugar de eso encauzó su enorme talento con la raqueta y ahora va haciéndose un hueco en la cúspide del tenis.
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