En el Signal Iduna Park reinaba el silencio ayer a las siete de la tarde. Una tarde soleada con temperatura agradable. Se escuchaba sólo el ruido de la pelota en los golpeos y el ruido de la red cuando el balón acababa en gol. Una tranquilidad extraña, interrumpida a ratos por las bromas o los aplausos de los jugadores del Madrid durante los rondos. Una calma ficticia, la que se encontraron los blancos en el entrenamiento y que nada tiene que ver con el ambiente que se encontrarán esta noche a las 20.45 cuando el estadio se llene y el muroempiece a hacerlo temblar.
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