En plena crecida, rematada con una victoria que le deja a dos puntos del liderato, el Atlético superó un duro examen ante el Deportivo. Lo hizo con un gol y un punto de agobio por esa hora larga que le costó abrir la lata. Fue Griezmann, como no, en una jugada de manual de once contra diez, que es como estaba el partido desde la expulsión al borde del descanso del sobreexcitado Fajr. Una apertura a Juanfran, un desdoble puntual y rompedor por dentro de Gameiro y un pase atrás empujado por ese instinto goleador también en pleno crecimiento del francés. El tanto deshizo a la inteligente defensa del Deportivo, que exigió mucho al Atlético desde el inicio del partido. Se derrumbó porque la trampa fuera del juego, que tan buen resultado le había dado hasta ese momento, la rompió Albentosa quedándose enganchado. Gameiro enseñó que no es un delantero para ejercer de referencia por el medio. Su poder está en su movilidad y en su velocidad explosiva para romper por los costados del área.
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