La marcha, los 50 kilómetros, es cosa de civilizaciones antiguas, íberos, chinos, japoneses, magiares, ecuatorianos, mexicanos, gentes resistentes, duras, y Chuso García Bragado, de 49 años, mal afeitado, torvo y chupado, es un bandolero de la serranía de Ronda que no perdona. No teme al calor ni a la humedad. Los abraza y los domina. Marcha hacia Tokio. Nadie le podrá detener. Termina octavo y roba todos los planos cuando atraviesa la meta, medio despistado, y para el reloj de su muñeca, que marca 4h 11m 28s. Nadie sabe decir de él nada que antes no se haya dicho. Y a él, a quien cuando joven le hacía gracia ser borde siempre que podía, y cortante, tampoco le importa que digan mucho de él. Está en esto por algo más que por unos aplausos.
source Portada de Deportes | EL PAÍS https://ift.tt/2mLmeuW
Aucun commentaire:
Enregistrer un commentaire