Hasta el año pasado, Shelly-Ann Fraser-Pryce, de 32 años, era para Jamaica y para el mundo el Cohete de Bolsillo, cariñoso apodo que rinde homenaje tanto a su velocidad supersónica como a lo menudo de su cuerpo (1,60 metros de altura / 52 kilos de peso, mayormente músculo), y así figura en la estatua que en su honor se erigió en la entrada del Estadio Nacional de Jamaica, en su Kingston. Pero desde el año pasado la atleta jamaicana es, para todos, Mamá Cohete. Lo es desde que regresó a las pistas después de un 2017 en el que estuvo embarazada y dio luz a un niño, Zyon, el 7 de agosto, justo al día siguiente de la final de los 100m del Mundial de Londres, y vio por la tele cómo la norteamericana Tori Bowie se llevaba el oro, y esa visión quizás aceleró la llegada a la luz de su hijo y su regreso, que a su vida le añadió más vida, y a su velocidad más velocidad aún.
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