Apagada la música y terminada la verbena, el único interés, y preocupación, de Sebastian Coe era que alguien con voz y responsabilidad asegurara al mundo que lo que había pasado las tres horas anteriores en el horno del paseo marítimo de Doha junto al mar oscuro –un maratón para acabar con todos los maratones y, casi, la salud de las maratonianas—no había sido para nada ni excepcional ni preocupante. Solo 40 mujeres acabaron los 42 kilómetros y 195 metros más lentos de los Mundiales. Ganó la keniana Ruth Chepngetich (2h 32m 43s) en un horno de 32,7 grados y 73% de humedad.
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