Olviden a Bolt, piden, pero el espíritu de Bolt es omnipresente e inevitable en la sudorosa Doha, donde hay unos Mundiales de atletismo. Si Tajay Gayle, un jamaicano de 23 años gana en longitud con una marca (8,69m) que le permite pensar que puede acabar compartiendo mesa con los cuatro grandes de la especialidad (Powell, Beamon, Lewis y Pedroso), la prensa de su país cuenta su triunfo con el mismo énfasis con el que subraya, después de la final de 100m (Blake, quinto) que por primera vez desde 2005 ningún jamaicano subía al podio de la distancia que en tiempos de Bolt se consideraba su propiedad privada. Y tampoco se puede contar bien que Shelly Ann Fraser-Pryce ganó el oro en los 100m (9,71xs, la segunda mejor marca de su vida) sin recordar que fue ella, la jovencita de Kingston entonces, la reina de la velocidad femenina, la consorte de Bolt en un reinado que comenzó conjuntamente en los Juegos de Pekín, hace 11 años. En su primer término ganó cuatro oros mundiales en los 100m (2009, 2013 y 2015) y dos olímpicos (2008 y 2012)
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