El Celta vuelve a estar en problemas. Ha vuelto a las andadas después de un verano teñido por la ilusión de potenciar la confección de un plantel repleto de futbolistas que mantienen un vínculo emocional con el club. “Esto va de corazón”, dice el lema escogido por la entidad como guía para la presente campaña, pero por ahora al Celta le falta espíritu. Y algo todavía peor: le falta el fútbol que se le supone a sus mimbres. Todo después de semanas anunciándose grandes hazañas celestes. “Hay que tener los pies en la tierra. Nos viene bien esta cura de humildad”, resumió al final el capitán Hugo Mallo. Su equipo se desplomó ante un rival que también debía levantarse y que lo hizo en estos últimos cuatro días al amparo de su fortín de Ipurua.
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