Suele decirse que el fútbol es una representación incruenta de la guerra. Cada equipo cuenta con sus colores y sus tradiciones, como el trasunto de una nación. Cada partido es una batalla que se gana o se pierde. Todo esto le confiere emoción o, si se quiere, carga dramática. Pero el auténtico drama requiere conflicto humano. ¿Recuerdan la película de John Huston Victory, o Evasión o victoria, o Escape a la victoria, o como quiera que se llamase en su tierra? Era un drama bélico que contenía un dramático partido de fútbol que a su vez contenía una serie de dramas personales. Raramente vemos en un estadio tanto drama junto, pero a veces se da el caso.
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