Normalmente las lágrimas tras marcar un gol tienen el dulzor de la alegría, aunque por los orificios lacrimales salga hacia el exterior un líquido inevitablemente salado. Desde los ojos de Vinicius se deslizaron varias gotas que pronto se taparía con las manos, como queriendo retenerlas, aferrándose a una mezcla de satisfacción sufriente que les otorgaba precisamente todo su significado. Acababa de marcar el brasileño, de 19 años, su primer gol de la temporada, con un buen disparo lejano que aunque tocó en el pie de Raúl Navas, no perdió belleza y levantó del asiento a los aficionados del Madrid que comenzaban a olvidar las sensaciones que vivieron juntos la temporada pasada y habían protagonizado algunos silbidos.
source Portada de Deportes | EL PAÍS https://ift.tt/2lMd3tR
Aucun commentaire:
Enregistrer un commentaire