Rotunda, cuando a Naomi Osaka se le preguntaba hace poco por el plan que tenía entre manos, contestaba: “Mi meta está clara, quiero ganar Roland Garros y voy a hacer todo lo que pueda para lograrlo”. Sonaba firme la respuesta en Madrid, teniendo en cuenta el tono y sobre todo de quién procedía. La número uno había ganado los dos últimos Grand Slams disputados, ambos con la autoridad de una veterana pese a tener solo 21 años, pero en París no podrá mantener la tendencia. En la calurosa jornada del sábado, con la ciudad envuelta por treinta grados húmedos y el sol cayendo en picado sobre el cogote de la multitud que abarrotaba el recinto de Roland Garros, la japonesa perdió y se despidió: 6-4 y 6-2 contra Katerina Siniakova.
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