Al salir hacia el Monte Avena, como el soldado que va a la batalla y no sabe en qué estado regresará, si regresa, Richard Carapaz se despide con largos besos de su esposa, Tania Rosero, y de sus dos hijos: uno ya crecido, lo tuvo a los 20 años, Richard Santiago, y la pequeña Aimy Sofía. Cuando regresó, no solo indemne sino triunfador glorioso, se abrazó casi tan fuerte con sus últimos dos compañeros de batalla, Mikel Landa y Vincenzo Nibali, quien le felicitó por el gran trabajo de su equipo.
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