Es otra persona. Como si hubiera empezado de nuevo su carrera, exageran en la casi siempre contenida Turín. Algunos detalles, insisten al visitante incrédulo, reescribirían su pasado. El último fin de semana, por ejemplo, marcó el segundo gol de la Juventus contra el Sassuolo y se fue a celebrarlo hasta el córner. Alucinaron cuando le vieron llevarse la mano a la cara imitando la famosa celebración de la máscara Dybala, que esta temporada pasa más tiempo en el banquillo. “Aquí esperábamos una prima donna. Y en lugar de eso ha llegado un atleta humilde que da ejemplo”, señalan en el club omitiendo el historial narcisista de su nueva estrella.
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