Mañana de domingo soleada en Madrid, inusual jornada vespertina en Chamartín y la masa social del club blanco, exaltada por los recientes triunfos de los chicos de Solari, decidió por fin poblar el Bernabéu. Más de 68.000 espectadores se congregaron en La Castellana para presenciar el que se presumía como un duelo apacible para el Madrid. El mejor equipo en lo que iba de año, el de Solari, recibía al peor, el Girona de Eusebio Sacristán. Era difícil presagiar que en dicho escenario entregaría LaLiga el Madrid después de conquistar el Metropolitano y rebajar a seis puntos la diferencia con el Barcelona, al que esperaba en dos semanas para librar un clásico que se antojaba decisivo para el título.
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