“Empecé a jugar a los siete años en mi barrio de Morón, en Buenos Aires. Me lancé a este deporte por la película de dibujos animados de Space Jam, la de Jordan... aunque no era de superhéroes como vosotros”, confesó Nicolás Laprovittola en vísperas de la competición copera a los jóvenes periodistas de Radio Pelona, niños de entre cinco y 10 años que juegan el partido contra el cáncer infantil al amparo de la Fundación Unoentrecienmil. De ellos partió la iniciativa de poner cordones dorados en las zapatillas de un jugador de cada uno de los ocho equipos participantes en la Copa y transformar sus puntos en dinero (100 euros por cada punto) para investigar en la búsqueda de tratamientos contra la enfermedad. El base argentino del Joventut, héroe absoluto del duelo de cuartos ante el Baskonia, consiguió 3.600 euros para la causa gracias a un trance con el que entró directamente en la historia del torneo: 36 puntos, 7 asistencias, 9 faltas recibidas y 50 créditos de valoración. Unos números que fulminaron la plusmarca que estableció Tanoka Beard como jugador del Pamesa Valencia en un partido de cuartos de la Copa de 2000 ante el Unicaja, con 24 puntos, 20 rebotes y 47 de valoración. El Real Madrid espera en semifinales para medir su estado de gracia.
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