Tanta heráldica como se citaba en Anfield y ningún gol, cinco copas de Europa en las vitrinas de cada uno y un contemporáneo esfuerzo por anularse. Ganaron los diseños de los técnicos para evitar las fortalezas del rival, que no debe entenderse como un sinónimo de que nada ocurrió. Pasó que faltó pericia en los últimos metros, sobre todo al Liverpool, que hizo bastante más por ganar, que tiró mucho (quince veces) a gol y poco (apenas dos) entre palos. Ahora, en todo caso, sabe que un gol en Munich el día 13 le pondría en la ruta de los cuartos de final. Todo queda abierto porque el Bayern en su feudo será algo más que un pegapases.
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