Una cámara le siguió a su llegada al AON Training Complex horas después de que firmara como entrenador del United en 2016. Sonriente, educado y accesible, José Mourinho se detenía a saludar a cada trabajador y futbolista de Carrington al tiempo que mostraba un agudo y afable sentido del humor. Se le tenía por el salvador y, con dinero en las arcas, nadie dudaba de que el club al fin daría el giro definitivo a su suerte porque en la ciudad, desde hace unos años, los aficionados del City miran por encima del hombro a los del United. Pero desde que se marchara Sir Alex Ferguson, en Old Trafford apenas se da una a derechas. No funcionó el primer relevo con Moyes como tampoco cuajó Van Gaal con su hierático libreto, donde impedía a los jugadores correr porque entendía que eso ya lo hacía el balón. Por lo que se fichó a Mourinho, adorado en Inglaterra por más que se conociera su agitado paso por el Madrid y su idilio con el Chelsea.
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