El Alavés escribe su fútbol con zumo de limón. Para poder leerlo hace falta pasar una llama por debajo del papel; para descifrar el juego del Getafe es imprescindible utilizar la máquina Enigma que inventaron los alemanes para esconder sus códigos durante la guerra. Son dos formas de jugar muy complicadas de decodificar. Por eso un Alavés-Getafe siempre es un ejercicio para los servicios de inteligencia de los dos equipos, un intercambio de señales en idiomas incompatibles.
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