Julen Lopetegui desconfiaba de las aptitudes de Carlos Casemiro cuando comenzó a entrenarlo en el Oporto. Idealista e inexperto en una caseta de primer nivel, en 2014 el técnico juzgaba al brasileño con el rigor de la nueva academia y lamentaba que no se perfilara con la naturalidad suficiente para iniciar el juego. Durante meses, Casemiro, que estaba cedido por el Madrid, fue sometido a ejercicios específicos para que se orientara mejor antes de recibir el balón. Acabó por asentarse como titular imprescindible en el equipo portugués, pero Lopetegui nunca disipó sus dudas en relación con las posibilidades del jugador de consolidarse en un grande como el Madrid.
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